jueves, 15 de marzo de 2012

Construir y forestar sobre los médanos, causa de la erosión de la costa bonaerense

El investigador de Conicet y del Instituto de Oceanografía, Gerardo Perillo, dice que la forestación y construcciones sobre los médanos erosionan en forma dispar las playas al sur de Mar del Plata. Aunque las más degradadas serían Pinamar y Gesell. Planificación financia la reparación en Necochea.


Necochea anunció las obras costeras por 160 millones de pesos financiadas por el gobierno nacional, a través del Ministerio de Planificación Federal, al mismo tiempo que un grupo de ambientalistas llegaba a Mar del Plata tras caminar durante 13 días 215 kilómetros la costa bonaerense recolectando firmas de turistas y residentes de las distintas localidades por donde pasaron,en pos de una ley nacional que proteja al ambiente natural.

El texto presentado por los ambientalistas expresa adhesión “a las propuestas de las asambleas costeras” y solicita “al Congreso de la Nación Argentina que sancione una ley nacional de costas que las proteja como un bien natural común a toda la población”.

El petitorio de la ley nacional se apoya en que “queremos que nuestras costas sean protegidas del daño que se les está infligiendo: contaminación, erosión, deforestación, liquidación de la biodiversidad, destrucción de los médanos".

Y agrega: "Porque queremos que ese lugar donde dialoga el agua con la tierra, el mar con la arena, el río con los humedales, lleno de vida, de flora y de fauna, sea un lugar de acceso libre a todos. Ahora y siempre. Para la actual y las futuras generaciones”.

Los especialistas en manejo costero afirman que una de las principales causas de la erosión y del retroceso de la línea de playas en la provincia de Buenos Aires ha sido precisamente la alteración del sistema de dunas, que constituye el reservorio fundamental que alimenta de arena a las playas.

Uno de los primeros científicos del país en hacer estudios de playa, el investigador superior de Conicet y del Instituto Argentino de Oceanografía, Gerardo Perillo, sostuvo que "desde Mar del Plata hacia el sur de la provincia el panorama es muy heterogéneo porque las zonas tienen características geográficas muy distintas”, aunque afirmó que una de las peores cosas que se pueden hacer en la costa es forestar o hacer construcciones sobre los médanos, especialmente sobre el médano frontal.

“Este es el almacén de arena de la playa. Si se elimina el médano, la playa se queda sin su reposición de arena cuando hay una tormenta. Por eso tiene que quedar siempre libre y donde lo han destruido, como por ejemplo en Orense o en Monte Hermoso —donde directamente se lo eliminó—, lo que hay que hacer es volver a generar un médano costero, porque esa es la única solución para poder recuperar la playa”.

Causas de erosión
Desde Mar del Plata hacia el sur, predominan las situaciones erosivas, aunque de diversa intensidad. Entre las causas principales se destacan, además de la forestación o la directa eliminación de los médanos, las grandes construcciones portuarias. La excepción es el balneario Marisol —ex Oriente—, cuyos pobladores dejaron la playa sin urbanizar.

Para conocer más sobre el estado de las costas sureñas de la provincia, Perillo comenzó su análisis en el tramo que separa a Mar del Plata de Miramar. “Es una costa de acantilados y, como ocurre en el resto de la costa, desde el sur de Río Negro hasta Tierra del Fuego, están en un fuerte proceso erosivo. Incluso, hay algunos balnearios que ya han desaparecido”.

El motivo de la erosión, en este caso, parece estar en la morfología de la costa. “A diferencia de las playas extendidas y con médanos que, en algún momento, se supone que tuvieron un período de depositación de sedimentos y de acumulación; las costas acantiladas, normalmente, están siempre en una etapa erosiva”, aclaró el investigador.

Más al sur, se encuentran otros dos lugares problemáticos: Quequén y Necochea.

Según Perillo, “originalmente, hacia fines del siglo 19 y principios de siglo 20, Quequén era el verdadero balneario y Necochea no existía como ciudad balnearia. Incluso, todavía se pueden observar en la zona los palacetes de los antiguos veraneantes. Pero cuando a fines del siglo 19 se construyó el puerto de Quequén, se generó el mismo problema que en Mar del Plata”. En Quequén, junto con el puerto, se construyeron dos escolleras.

De esta manera, se eliminó la circulación de la deriva litoral y comenzó a erosionarse la zona de Quequén y a formarse la playa en Necochea. “Hoy Quequén está en un estado de erosión muy grave. Hay lugares donde las casas cercanas a la costa están muy complicadas”, comentó Perillo.

Entre Necochea, que es una zona de acumulación, y Monte Hermoso, la costa presenta muy pocas localidades balnearias. “Allí, casi no se observan efectos erosivos, a excepción del caso de Orense”, aseguró el investigador del CONICET. “Lo que se hizo en el balneario de Orense —continuó Perillo— fue forestar el llamado “Médano 40” para evitar que la arena tapara las casas del pueblo, como ocurrió en el antiguo balneario Oriente. Y al hacer la forestación, se cortó la comunicación entre el médano y la playa, y ésta se comenzó a erosionar en forma significativa”.

Marisol
Si se sigue el recorrido costero hacia el sur, se llega al balneario Marisol, “el único lugar de la costa argentina donde las cosas salieron bien, pero de casualidad”, sostuvo Gerardo Perillo.

Precisamente allí estaba ubicado el antiguo balneario Oriente, que fuera totalmente tapado por los médanos. Para evitar repetir la misma situación, los pobladores construyeron la localidad de Marisol, pero a más de 500 metros de la costa. Gracias a ello, hoy el médano y la playa están perfectamente conservados. Una situación similar se da unos kilómetros más atrás, en el balneario de Reta, donde también se respeto al médano costero.

Pero en donde no se lo respetó fue en las localidades de Monte Hermoso y en Pehuén Có. Ambos lugares presentan hoy una fuerte erosión. En la zona de Pehuén Có, por ejemplo, el retroceso costero es del orden de los 6 metros por año. “Aquí la erosión también es producto de la destrucción del médano costero y de la creación de un camino que eliminó una forestación de tamariscos. En un determinado momento, esta vegetación plantada al inicio del desarrollo del balneario, ayudó a alimentar el médano costero. Pero como esos tamariscos desaparecieron, comenzó a formarse un acantilado. Y ahora la zona se está reduciendo y, en el corto plazo, muchas casas estarán en peligro”, sentenció en investigador.

Finalmente, en el extremo sur de la provincia sólo hay un balneario —La Chiquita—, que está ubicado en la costa del delta del Río Colorado. Se trata de una zona de muy baja densidad de población, con playas muy extensas, aunque también con procesos erosivos.

Perillo también fue consultado acerca de eventuales medidas para frenar el retroceso costero. El investigador señaló que fueron pocas y fallidas en esta zona. Principalmente, consisten en la colocación de rocas o construcciones rígidas en la playa, “una de las peores medidas que se pueden hacer en la costa”, afirmó categórico, agregando que cualquier medida para la reconstrucción de nuestras playas se debe adaptar la naturaleza”, concluyó.

Dunas
Silvia Marcomini, del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, explica que “existe un intercambio entre la arena que vuela por el viento desde la duna hacía la playa y, luego, de la arena que transporta la ola hacia la duna. Ese intercambio de sedimentos es lo que abastece el sistema de playa”.

Este sistema natural de dinámica costera fue alterado por el hombre de diversas formas. Mientras que en el Partido de la Costa, el sistema de dunas se ha visto degradado fundamentalmente porque se ha extraído arena en forma incontrolada o porque se ha edificado sobre ellas; en las localidades de Pinamar y Villa Gesell la transformación de las dunas se produjo principalmente a partir de la introducción de vegetación exótica.

“Originariamente, Pinamar y Villa Gesell eran costas de dunas activas, casi desprovistas de vegetación”, afirmó Marcomini. La vegetación nativa de estas dunas eran especies herbáceas; es decir, especies que no tienen una masa densa y que permitían seguir acumulando arena a medida que la planta iba creciendo. En 1918, se comenzaron a introducir los primeros bosques en estas barreras medanosas. Este proceso de forestación, que se inició en Cariló, rápidamente se extendió a otras localidades vecina y reemplazó a las especies nativas por árboles que transformaron los campos de dunas activos en espacios estabilizados.

En lo que hoy es el municipio de Villa Gesell, la plantación se inició en 1933. En 1941, las tareas de fijación y de forestación de dunas se extendieron a Pinamar, y en 1947 a Valeria del Mar. Para entonces, ya se habían implantado más de medio millón de árboles.

Al introducir especies arbóreas, este proceso natural de alimentación ya no se da más, porque hay una impermeabilización general del suelo y porque se genera una modificación en los patrones de transporte eólico. Entonces, se comenzó a alterar ese aporte de arena a la playa que existía originalmente. Esa es una fuente que ya no está ingresando al sistema, y entonces se produce erosión”, sostuvo la geóloga.

Asociado a la forestación de las dunas, en ambas localidades también existen otros factores que producen erosión, como son los cambios en los drenajes superficiales y la construcción de calles perpendiculares al mar. “En general, las dunas medían entre 20 y 25 metros de altura —explicó la geóloga—, y entre duna y duna había zonas bajas donde el agua de lluvia quedaba retenida. Esa agua se infiltraba e ingresaba al acuífero, una reserva de agua dulce que abastece a las localidades costeras. Esto era posible porque el terreno era muy permeable. Pero con la forestación, se impermeabilizó el suelo”.

Así, con la impermeabilización y los cambios de drenaje, el agua de lluvia que originalmente se infiltraba en estas zonas bajas ahora termina en la playa, ya que el trazado de las calles favorece que estos flujos se encaucen hacia la costa. Y esto favorece la erosión luego cada tormenta.

Ante la urbanización avasallante, Marcomini sostuvo que la medida fundamental en el manejo de estas localidades costeras es la conservación del sistema de dunas.

“Desde la playa se extiende un campo de dunas originario de unos 4 kilómetros que alimentaba a la dinámica costera. Luego, hay una duna costera que es una franja paralela a la costa de unos 150 metros de ancho. Esa es la duna que, teóricamente, se debería conservar a ultranza para minimizar el efecto erosivo. Pero, en algunos casos esa duna ya está alterada, como en Villa Gesell o Las Gaviotas. A pesar de que su conservación está legislada, en los últimos años se ha loteado la duna costera y todavía hay proyectos que la ponen en riesgo”, denunció la investigadora.

Marcomini agregó que otra cuestión importante para las localidades de Villa Gesell y Pinamar es el control de la forestación en los nuevos proyectos inmobiliarios, así como la conservación de las reservas naturales.

“Al sur de Villa Gesell se encuentra la Reserva del Faro Querandí que, de la barrera medanosa norte que iba desde Mar Chiquita hasta Punta Rasa, es el único sector de dunas que en actualidad se conserva en su estado natural. Es el único sistema que actualmente está aportando arena a la playa porque el resto está totalmente forestado”, concluyó.


de: http://www.prensa.argentina.ar
22/01/2012

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