Los especialistas del INTI advierten sobre las
consecuencias que podría ocasionar la instalación de pararrayos a lo largo de
toda la costa atlántica
Por Prof.
Norberto Ovando *
Descarga
atmosférica sobre la costa - imagen RL
Rayos
Se puede definir el rayo como una transferencia de
carga entre la nube y la tierra y entre la tierra y la nube, que también se
puede dar dentro de una nube, o entre nubes, o de la nube hacia la ionosfera,
fenómeno este último descubierto hace menos de diez años por la NASA.
Por su
naturaleza los rayos tienden a producirse más sobre algunas zonas del planeta
que sobre otras.
Un rayo
es una descarga eléctrica que golpea la tierra. Esta descarga puede desplazarse
hasta 13 kilómetros, viaja a 140.000 Km. por segundo, provoca una temperatura
de unos 28.000° C, un potencial eléctrico de más de 50 a 100 millones de
voltios y una intensidad de 20.000 amperes.
Una gran
tormenta eléctrica “puede acumular más energía que la contenida en una bomba
atómica” Esta energía es enorme como
para hacer hervir la sabia del interior de los árboles haciendo que exploten o
cristalizar por el terrible calor la zona de tierra por donde entra el rayo.
Caída de rayos
La caída de rayos en la costa atlántica y sus
fatales consecuencias, llevaron a considerar la conveniencia de colocar
pararrayos en las playas balnearias. Como el área de cobertura de cada
pararrayos, en el mejor de los casos es de 100 metros, habría que instalar
cientos de pararrayos a lo largo de toda la costa, uno cada 200 metros. Esto,
además de ser inviable, obligaría a realizar una evaluación de impacto
ambiental en relación con la modificación del paisaje.
Pero además existe un inconveniente aún mayor que la cantidad de pararrayos que habría que instalar. El físico Mario Pecorelli, del Laboratorio de Alta Tensión del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), explica: “Cuando en una tormenta un rayo es captado por un pararrayos, la corriente ingresa a la tierra y se dispersa por ella, estableciendo indefectiblemente una diferencia de potencial eléctrico en el suelo, en la proximidad del pararrayos, que puede ascender a varias decenas de miles de voltios. Si el pararrayos estuviera ubicado en la playa, la tensión aparecería entre los pies de cualquier persona que se encontrara cerca, poniendo en riesgo su vida”.
Para evitar este peligro habría que instalar alrededor de la puesta a tierra de cada pararrayos que se coloque en la costa, una especie de cerco de seguridad que tenga un radio del orden de los 50 metros. “Este cerco, lógicamente, obligaría a la gente a mantenerse alejada del pararrayos a más de 50 metros. Se calcula que a partir de esa distancia, las diferencias de potencial eléctrico resultan inocuas”, afirma Pecorelli.
La incorporación de estos cercos de seguridad determinaría que una porción muy importante de la playa quede absolutamente desaprovechada. Como consecuencia de esto último, la aglomeración de las personas –que de por sí es muy grande sin estos cercos de seguridad– resultaría aún mayor, generando gran incomodidad en las personas que acuden a los balnearios, y desnaturalizando el objetivo principal, que es disfrutar del mar y su entorno.
En consecuencia, de acuerdo con el especialista, hasta el momento, la mejor forma de protegerse de una posible descarga eléctrica es tener previamente acceso al informe del pronóstico meteorológico, evitando la playa cuando se anuncian tormentas eléctricas.
Si no se dispone de esa información, es necesario tener presente que la forma de evitar una fatal consecuencia es retirarse en forma "inmediata" de la playa en cuanto se observa el primer resplandor en el cielo indicando la inminencia de una tormenta eléctrica.
Pero además existe un inconveniente aún mayor que la cantidad de pararrayos que habría que instalar. El físico Mario Pecorelli, del Laboratorio de Alta Tensión del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), explica: “Cuando en una tormenta un rayo es captado por un pararrayos, la corriente ingresa a la tierra y se dispersa por ella, estableciendo indefectiblemente una diferencia de potencial eléctrico en el suelo, en la proximidad del pararrayos, que puede ascender a varias decenas de miles de voltios. Si el pararrayos estuviera ubicado en la playa, la tensión aparecería entre los pies de cualquier persona que se encontrara cerca, poniendo en riesgo su vida”.
Para evitar este peligro habría que instalar alrededor de la puesta a tierra de cada pararrayos que se coloque en la costa, una especie de cerco de seguridad que tenga un radio del orden de los 50 metros. “Este cerco, lógicamente, obligaría a la gente a mantenerse alejada del pararrayos a más de 50 metros. Se calcula que a partir de esa distancia, las diferencias de potencial eléctrico resultan inocuas”, afirma Pecorelli.
La incorporación de estos cercos de seguridad determinaría que una porción muy importante de la playa quede absolutamente desaprovechada. Como consecuencia de esto último, la aglomeración de las personas –que de por sí es muy grande sin estos cercos de seguridad– resultaría aún mayor, generando gran incomodidad en las personas que acuden a los balnearios, y desnaturalizando el objetivo principal, que es disfrutar del mar y su entorno.
En consecuencia, de acuerdo con el especialista, hasta el momento, la mejor forma de protegerse de una posible descarga eléctrica es tener previamente acceso al informe del pronóstico meteorológico, evitando la playa cuando se anuncian tormentas eléctricas.
Si no se dispone de esa información, es necesario tener presente que la forma de evitar una fatal consecuencia es retirarse en forma "inmediata" de la playa en cuanto se observa el primer resplandor en el cielo indicando la inminencia de una tormenta eléctrica.
Conclusión
El especialista Mario Pecorelli concluye diciendo, “Resulta fundamental poner énfasis en la necesidad de concientizar a las personas acerca de esta forma de protección ante este fenómeno natural que acaba con la vida de decenas de argentinos por año, y que tiende a agravarse en un futuro próximo debido al cambio climático”.
El especialista Mario Pecorelli concluye diciendo, “Resulta fundamental poner énfasis en la necesidad de concientizar a las personas acerca de esta forma de protección ante este fenómeno natural que acaba con la vida de decenas de argentinos por año, y que tiende a agravarse en un futuro próximo debido al cambio climático”.
Fuente
INTI / AAPN
* Presidente
Asociación Amigos de los Parques Nacionales
- AAPN -
Experto Comisión Mundial de Áreas
Protegidas - WCPA - de la IUCN-
Red Latinoamericana de Áreas Protegidas -
RELAP -
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