Reta: el campo, una alternativa turística desaprovechada
Martes, 28 de Febrero de 2012
No sólo es una opción de descanso para los días poco aptos para la playa. También constituye un espacio a recorrer y sentir, que se mide en colores, perfumes y sonidos
Si bien el mar y su playa constituyen el principal atractivo turístico del balneario Reta, no es menos cierto que los campos aledaños constituyen una alternativa potencialmente apetecible para el turismo, donde el paseo, la tranquilidad y la observación metódica de la naturaleza ofrecen una posibilidad turística, desaprovechada en general hasta ahora.
Y aunque es cierto que la infraestructura turística de Reta apenas si cubre las expectativas que generan las actividades de playa, no es menos cierto que el turista no es estimulado, aunque más no sea, a pasear por los campos que derraman sus paisajes hacia el mar.
El campo de Reta es una transición entre el pastizal pampeano -la seudoestepa pampeana- y el ecosistema marino. Predominan las gramíneas del género Stypa sp., propias del bioma del flechillar bonaerense, y las cortaderas o colas de zorro -Cortadeira sp.-, las que, a fines del verano, se visten de plumas blancas y rosadas. Es de destacar que se trata de una planta muy atacada por la población local, que las quema para allanar terrenos, lo que ha provocado incendios -sus cogollos pueden permanecer ardiendo por días- y se eliminan con ellas refugio a muchos animales, así como estaciones de reposo y alimento a muchos pájaros.
También para esta época florecen los romerillos dorados o varitas de San José -Solidago sp.-, que matizan el verde apagado del final del verano con sus pimpollos y flores amarillas, cubriendo amplias zonas de los campos retenses y que alternan con el senecio: especie endémica de la zona costera que se aventura tierra adentro.
También para esta época aparecen mariposas de la familia saturnide, que se caracterizan por no tener escamas en sus alas, constituyendo una excepción al orden de los lepidópteros (o insectos de alas con escamas) y que son comidas en grandes cantidades por las aves, como las tijeretas y otros representantes de los tiránidos, los churrinches, cuyos machos van perdiendo progresivamente el color rojo de su plumaje reproductivo con el que llegaron a Reta y se preparan para migrar al norte.
Por otra parte, bandadas de cabecitas negra, jilgueros y mistos revolotean por las cortaderas buscando engordar para el invierno y mezclando sus grupos con bandadas de cotorras -que anidan en eucaliptales y antenas- y de pechos amarillos, prolijamente secundados por los tordos que parasitan sus nidos, así como los de otras aves, por lo que no es raro ver a una calandria o hasta un chingolo alimentando a un pichón de tordo, más del doble de grande que el adulto que hace las veces de padre.
También han proliferado en los campos de Reta las copetonas -Eudromia sp.-, parientas de los ñandúes, y los benteveos cuyas poblaciones en la zona se ha recuperado en los últimos años...
Hasta la misma noche le ofrecería al turista algunas posibilidades con la observación del cielo estrellado o de los campos iluminados por luciérnagas o a través de hongos bioluminiscentes del orden de los agaricales...
El campo retense ofrece, por último, la tranquilidad a la vista y a su través, al espíritu: las arboledas, los horizontes profundos, los antiguos médanos que ondulan los terrenos, ofrecen al turista no sólo una alternativa de descanso para aquellas jornadas hostiles al día de playa, sino también y simplemente, un espacio a recorrer, una distancia a sentir que se mide en colores, perfumes y sonidos. Otro mundo que complementa, en su mansedumbre, al frenesí de las playas muchas veces demasiado activas del verano.
Escribe Horacio Ramírez
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