lunes, 17 de octubre de 2011

ejemplar iniciativa

la voz del pueblo - 16/10/2011
Escuela 48 América Latina: el lugar de un horizonte posible

Dejó de llamarse Julio Argentino Roca para llevar el nombre de América Latina, en un acto que incluyó la ceremonia de la Pachamama, el cambio de placa y el descubrimiento de un mural. La gente de la escuela del Barrio Benito Machado participó en una celebración que ahondó en las profundas raíces de la identidad latinoamericana




"La comunidad está asombrada. No imaginaba este cambio. Ahora ven el mural y te preguntan: ¿cómo es la escuela? ¿qué pasa adentro?". Todo el que pasa se queda mirando a los padres trabajando", dice Rosana Pérez, una docente que vive en el barrio Benito Machado y decidió hacer sus prácticas en la Escuela 48, intrigada, como tantos otros vecinos, por saber qué secreto esconde la escuela que quitó la placa de Julio Argentino Roca y la remplazó por el dibujo de una nena de ocho años con una casa, un sol, un cielo y una bandera.



El pasillo de la escuela conduce a un amplio salón, donde hay colgados dibujos realizados por los chicos que describen la forma trágica en que, a lo largo de la historia argentina del siglo XIX, han sido tratados como "los otros", los que no respondían a un determinado modelo de civilización: los que encarnaban "lo diferente". Los dibujos actúan como denuncia frente a las atrocidades cometidas por la llamada civilización contra los pueblos originarios.

El acto de inauguración del nombre contó con la presencia del intendente Carlos Sánchez -quien prometió entregar un equipo de música a la escuela- la concejala Marta Naveira, la ex directora de la escuela, cuando le fue impuesto el nombre Julio Argentino Roca, Alicia Fernández de Contardi, representantes de la Asociación Encuentro Indígena, padres, docentes y alumnos. La agenda de los festejos incluyó la proyección del documental "Awka Liwen" dirigido por Osvaldo Bayer el día jueves, la realización del ritual de la Pachamama, el cambio de placa y el descubrimiento de un mural el viernes, y concluyó ayer con una cena show en el Club Independiente.

Alicia Fernández de Contardi, directora de la escuela entre los años 1978 y 1981, cuando fue impuesto por la Dictadura Militar el nombre Julio Argentina Roca, expresó: "En aquel entonces éramos tres docentes y había alrededor de 45 alumnos. No había ni libertades ni la mentalidad que hay ahora. América Latina es un nombre significativo, porque da cuenta de nuestra identidad, nos permite recuperar nuestra historia e identificar a los genocidas de nuestro país".

Enriqueta Catalín, ex docente y ceramista, reprodujo el dibujo que realizó la nena de ocho años en la placa que da nombre a la escuela. Al respecto, señaló: "El descendiente de indígenas siempre era visto en inferioridad de condiciones. Todavía hay mucho por hacer. Hay un despertar de consciencia. Hoy los descendientes de los pueblos originarios ya no se ocultan. Ahora pueden decirlo. Eso no era posible unos años atrás: trataban de ocultarse detrás de un apellido español".

El descubrimiento
El 24 de marzo del 2004, los alumnos de sexto año de la escuela realizaron el acto de homenaje a los desaparecidos durante la Dictadura Militar del '76 nacidos en Tres Arroyos, en conjunto con la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, y advirtieron que el nombre de la escuela llevaba la insignia de un genocida: Julio Argentino Roca. Entonces, fueron consultados padres, docentes y alumnos para cambiarle el nombre a la escuela. En una asamblea democrática, fue elegido el nombre América Latina, como símbolo de la hermandad de los pueblos que habitan un mismo suelo
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Alguna vez, el escritor argentino Juan Forn señaló que una de las taras de nuestro país radica en que "escondemos las vergüenzas nacionales tal como se silencia una vergüenza familiar". Y luego agregó: "Sospecho que hay más chances de amar al propio país si nos enseñan desde chicos las vilezas a las que fue sometido. Sin embargo, el orgullo nacional prefiere alimentarse de proezas: así es como la idea de patria ha terminado siendo algo tan parecido al autoengaño".
Contra el autoengaño y el orgullo de las proezas patrióticas, parece vislumbrar un "horizonte posible" -como le gusta decir a la directora María Golato- la Escuela 48. Porque algunas veces, la historia -la que se narra en los manuales escolares, la de los héroes de bronce- cede ante las pequeñas historias que pasan todos los días y que representan con mayor fidelidad a una comunidad que busca su propia identidad en un mural, un ritual indígena, un baile, un dibujo y una bandera.

No es producto del azar que expresiones como estas sucedan en tiempos cuando los lazos tienden a restablecerse después de años de individualismo voraz. "Las políticas neoliberales arrasaron con las comunidades barriales. Tenemos el mismo diseño curricular que las escuelas del centro. Incluso a veces se trabaja mejor en las escuelas chicas, porque se aprovechan los recursos humanos y materiales," señala María Golato, consciente de la función que cumple a la hora de restablecer los lazos con la comunidad.
"Nosotros necesitamos generar conciencia de 'el otro'. Queremos generar una mirada en nuestros alumnos que sea inclusiva. Como institución nos tenemos que hacer cargo de construir ciudadanos con una mente abierta, que no discrimine", expresó la directora, quien agregó que el propósito de la labor de todos es que la comunidad reconozca el esfuerzo que hacen los padres, docentes y directivos, y manden a los chicos a la escuela.


Escribe Lisandro Aguirregabiría


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la voz del pueblo - 16/10/2011
Llegaron de paso y nunca se fueron


Cuenta la leyenda que muchas docentes que llegaron "de paso" a la Escuela 48, se quedaron allí para siempre. ¿Cuál es el misterio que lleva a docentes, directivos y alumnos a sostener lazos con la institución que se prolongan por más de veinte años? "La comunidad nos apoya y el grupo es muy cariñoso. Existe un contagio entre padres, docentes y alumnos. Además, los directivos nos han dado libertades. Eso hace que uno lo sienta en el corazón", dijo Nina Morganti, docente jubilada, quien mantiene un vínculo estrecho con la institución. "América Latina me sugiere el mensaje de trabajar, tener un objetivo, una idea clara, saber escuchar a los demás y llegar a algo que con la perseverancia se logra", resumió en unas pocas palabras la fórmula que ha llevado a la escuela a sortear obstáculos.
"Cuando llegué me encontré con un lugar diferente, con una concepción de educación por la que siempre he luchado y sigo luchando. Recuerdo que los chicos de primero a sexto se ayudaban entre ellos como si fuera una familia", expresó Mercedes Martínez, ex docente de la escuela. "Queremos que el alumno sea un sujeto: que se caiga el cartel de "alumno". Eso nos permite acercarnos de otra manera, que te cuenten lo que les pasa: que sean ellos mismos", agregó.

Los tiempos están cambiando
Si de algo puede estar segura la civilización occidental en el Tercer Milenio -luego de un siglo XX de guerras y matanzas indiscriminadas-, es que el poder destructivo del hombre no conoce límites. La civilización occidental todavía tiene mucho que aprender de "los otros", quienes no fueron incluidos en los cánones de una modernidad demasiado orgullosa de sí misma como para mirar al resto del mundo. Por eso, surge la necesidad de escuchar "las voces ocultas" de América Latina, tal como postula Evangelina Balcedo, miembro de la Asociación Encuentro Indígena: "Se empiezan a develar cuestiones ocultadas por muchos años. Se empieza a estar en un camino distinto del que estábamos hace tiempo. Esa es parte de la búsqueda de la asociación: empezar a mirar desde otro lugar, empezar a mirar e incluir".
Inti Guamani es aymara, diaguita; tiene un hablar pausado. "Una poesía de Pablo Neruda dice: 'Todo lo que sucede arriba sucede abajo'. Nosotros arribamos a la hipótesis de que 'todo lo que está adentro está afuera'. El hombre es un pequeño universo en escala. Por ejemplo, hoy el problema es el agua. El ser humano no ve que el cuerpo humano adentro es un océano de agua. El día que no observemos agua, es porque habremos desaparecido".
Uno de los dibujos que cuelgan de las paredes de la Escuela América Latina representa la bandera de los pueblos originarios. Según Inti Guamani, toda la unidad del continente está basada en el simbolismo de esa bandera, la Huipala, que conserva intacta la mística de una civilización milenaria. "Hoy vamos a la unidad, a la armonía del continente. Nuestro pensamiento es que, algún día, América será un solo país", asegura Inti. Ojalá que así sea.

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