miércoles, 30 de enero de 2013

el clima y algunos recuerdos de claromecó, 30/01/2013


la voz del pueblo - 30/01/2013
un martes cambiante
 

A pesar de algunas precipitaciones registradas durante parte de la tarde, la jornada de ayer contó con agradables condiciones climáticas las cuales permitieron que las playas de la localidad hayan estado con una importante concurrencia.
En la mañana, el cielo se presentó nublado pero la temperatura era más que adecuada para que los veraneantes pudieran darse un chapuzón en un mar que nuevamente evidenció su peligrosidad, una tendencia que se reitera desde las últimas jornadas.
En las primeras horas de la tarde, algunas lluvias parecían que iban a empañar un día con buenas condiciones, pero el cielo se despejó parcialmente y fue en ese momento en el que el sol ganó en intensidad.
Más allá de una leve brisa del sudeste, el ambiente se mostró un tanto "pesado". Por eso, los turistas retomaron sus actividades playeras para finalizar un martes cambiante en cuanto al clima.
 



 
la voz del pueblo - 29/01/2013
¿Juegan por la Coca?
 
 

No. Te explico. Cuando empieza a caer la tarde, cerca de las 17.30, en momentos en que el sol ya no resplandece tanto, que ya no hiere la vista y la arena no quema los pies, van llegando.
Lo hacen de a dos, de a uno, o en barra. Vienen de balnearios aledaños o desde Dunamar y hasta desde el faro. Algunos se acomodan en el "palco", cerca de los cordeles, para no perderse detalle. Aparece en escena la pelota y comienzan los primeros movimientos. Cuando hay una docena se arma el primer partido. Seis por lado, separados por la red y ahí el panorama comienza a despertar el entusiasmo. En un rato alguien grita "hay equipo" y se acelera la marcha del juego.
El que gana queda y sigue en la cancha. Los que salen, buscan un "partidito"
revancha y así hasta que las primeras sombras de la noche hacen su aparición.
Hay lugar para todos. Juegan los "buenos", los "malos", los "regulares" y algunos hasta con una bota de protección debido a que arrastran desde hace tiempo una torcedura de tobillo. Algunos juegan durante todo el año, en gimnasios, sobre superficie dura, donde podés dar dos o tres pasitos, te levantás y rematás. La podés mandar a la red, al fleje, afuera o quedarte bloqueado. Están también los que jamás vieron una pelota. La sopesan y extrañados opinan: "¡Qué livianita!". Las chicas no les van en zaga y también se prenden. La arena los empareja a todos y la brisa puede hacer que la trayectoria de la pelota cambie repentinamente, le pasa hasta el mejor pintado. Por una rato hasta un jugador con una buena tarde puede sentirse Marquitos Milincovic. Cualquiera puede hacer el tanto de la jornada y despertar a la "popular" que, entre mates, bizcochitos, facturas y alfajores festejan, no sólo las jugadas, sino también las ocurrencias de los que están dentro de la cancha. Hay cargadas, pero siempre en buen tono. Circunstancias del juego.
Antes había competencias también. Recuerdo en mi juventud luchas encarnizadas entre equipos que defendían a muerte sus "camisetas" (en realidad se juega a torso desnudo). Por aquel entonces había buenos equipos y se iban eliminando ronda tras ronda. Era todos los fines de semana y generalmente arribaban a la final los representantes de Montoto, liderados por Tachi Viñes; y el team de Balneario Avila (hoy Samoa), comandados por El Cordobés. Ahí la rivalidad llegaba hasta un punto de máxima tensión durante todo el cruce y los jugadores canalizaban su energía en pos de un buen resultado. De este clásico se hablaba toda la semana. Se resolvía sobre el final de la tarde cuando un improvisado árbitro hacía sonar el silbato por última vez proclamando al ganador. Cerca de la medianoche se hacía la entrega de premios en un boliche de la calle 5, a escasos metros del puente peatonal, dónde reinaba un espíritu de camaradería. Eso sí -avisaban- "en el próximo torneo los torcemos". El cetro cambiaba semana tras semana y eso alimentaba la emoción.
Inclusive, con el correr del tiempo entre algunos simpatizantes y fanáticos lograron formar lazos de amistad profunda, parejitas y hasta matrimonios, cuyos hijos prosiguieron con entusiasmo con la práctica de este apasionante juego que es el voley playero. Se convirtió en algo tan importante que ya hasta se juega en los Olímpicos, dos por cada lado y a moverse... Acá el reglamento es más estricto, y el rectángulo de juego es más amplio, la red está a una altura bien especificada.
En Claromecó eso no es tan importante.
Hoy no se juega por la Coca, si querías saber el porqué del título. Se juega por el espíritu deportivo, por el goce de confraternizar... es una manera de cantarle al mundo que nos sentimos vivos, con más ganas de divertirnos que otra cosa... No es poco.
Date una vuelta por El Anexo. Está allí, entre Samoa y Nahuel Epú. Lo vas a
encontrar fácil. Después no digas que no te avisé. Chau. Hasta luego. Y hagan
circular el mate, antes de que se enfríe el agua y se pierda la cebadura.

Por Sergio O. Ochandioregionales@lavozdelpueblo.com.ar

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