viernes, 18 de marzo de 2011

trabajar en el basural (de tsas ...)

la voz del pueblo - 13/03/2011

Unas 60 familias aún tienen al basurero como medio de vida

El dato fue mencionado en forma coincidente por los propios trabajadores del lugar. Cinco de ellos describieron a La Voz del Pueblo las tareas que realizan y subrayaron la necesidad de estar allí todos los días, porque "si faltás no comés". Algunos suman décadas seleccionando los residuos, pero también hay jóvenes que en forma reciente se incorporaron a esta actividad. Piden que se les brinde un empleo en caso de que el municipio habilite una planta de reciclado

En la capital provincial del trigo, en una ciudad que crece de la floreciente mano de la agroindustria y donde se inauguran obras muy importantes, hay un sector poco visible de la sociedad que vive de la basura.
Son alrededor de 60 personas las que trabajan al menos 10 horas por día clasificando desperdicios en el medio del basurero a cielo abierto, el cual está situado a 4 kilómetros del centro de Tres Arroyos. En el predio cirujas de diversas edades escarban en busca de metal, cartón, vidrio o cualquier cosa que puedan vender, mientras que el fuego consume el remanente.

Más allá del gris paisaje, LA VOZ DEL PUEBLO logró reconstruir cómo trabajan allí las personas y, sobre todo, trató de desentrañar por qué hacen lo que hacen en las tórridas jornadas de verano -como las que nos tocó vivir días atrás- o en los gélidos días de invierno y por qué dicen sentirse reconfortados por su labor.

Los 365 días
Una de las características del trabajo de ciruja, es que para poder "hacer la diferencia" y ganar unos pesos más, tienen que pasar muchas horas por día en el basurero a cielo abierto. Algunos se levantan muy temprano, llegan al predio a las 7 de la mañana y trabajan hasta el atardecer, y otros, en cambio, cenan temprano y comienzan su tarea alrededor de las 9 de la noche y cerca del mediodía pueden volver a su casa, donde en pocas horas, tienen que asearse, comer, dormir y administrar el tiempo para pasar un tiempo con su familia.
"Acá venimos a las 6, 7 de la mañana y estamos todo el día para poder hacer aunque sea 60, 70 pesos", cuenta Alberto, un hombre de 37 años, que tiene cuatro hijos y que desde que recuerda trabaja en esta tarea.
Mientras clasifica la basura en el sector destinado a los particulares que llevan sus residuos, dice que cerca de las cuatro de la tarde llega el camión de la empresa que compra los materiales recolectados y que, después de un tiempo en que se clasifican y se pesan, puede volver a su casa a la tardecita. En horas debe limpiarse, hacer las compras, cocinar y darle de comer a sus hijos que no vio en todo el día. "Nuestra tarea es separar la basura, clasificarla, cuando viene el camión la vendemos y la cargamos. Al final, terminás a la 7 de la tarde. Y al otro día lo mismo, y todos los días así. No paramos para comer, porque como llegan camiones a las 12.30, tenemos que seguir clasificando cosas", relata.
"Ahora estamos clasificando las cosas de la cirujeada para ir a vender", describe Alberto, quien a pesar de su edad tiene la mirada cansada de un anciano y el cutis gastado por el sol, las bajas temperaturas y el viento.
Es que, haya frío, calor o humedad, no pueden elegir el día para trabajar, ya que si bien no tienen patrones -algunos pueden creer que ello es una ventaja- tampoco poseen servicios sociales, ni derechos laborales. Por ello, no tienen obra social, si faltan al trabajo se quedan sin comer ese día y mucho menos tienen el "privilegio" de las vacaciones, el aguinaldo y los aportes jubilatorios.
"Yo vengo los sábados y domingos para juntar para el lunes y poder vender. Vengo todos los días del año", indica Alberto y explica: "Tengo cuatro hijos y con lo que saco quedamos ahí. Si faltás un día no comés. Sí o sí tenés que vender todos los días. Mis hijos no laburan acá, se quedan en casa mientras yo trabajo, ya que hasta ahora puedo laburar", argumenta con cierta lógica y orgullo.
"El trabajo es muy duro y sacrificado", comenta Juan, un joven de 27 años que vive del cirujeo y desde los 12 clasifica basura. "Siempre se rescata algo, a veces no es mucho pero nos alcanza", indica el joven, quien antes hizo "changas de todo tipo" y también trabajó "en los silos", pero afirma que el trabajo en el basural es más "constante" y "seguro".
Al igual que los demás entrevistados, trabaja más de 9 horas por día para poder subsistir. "Todo lo que juntamos después lo vendemos. Así podemos llevar el mango a la casa. Tengo esposa y dos hijos y hay que mantenerlos bien y darle lo mejor. Pero viste como es, hay veces que tenés para darle y otras no", sostiene.

Experiencia
Ana María tiene 45 años y hace 30 que trabaja en el lugar. "Yo estaba bien. Me acuerdo que un año vine a comprar una alfombra al basurero. Pero mi marido tuvo que cerrar la empresa que tenía y a los dos años de haber venido a comprar la alfombra estaba acá trabajando y nunca más lo dejé", recuerda.
La mujer relata que comienza a trabajar a las 10 de la noche y se va a su hogar a las 12 del mediodía. "Vengo cenada de casa, y lo único que me traigo es una linterna y un equipo de mate para tener el estómago calentito y zafar a la noche del frío", expresa Ana María. A esa hora "a veces hay algo de gente en el basural", pero en otras oportunidades "sé estar yo sola".
Sobre su tarea, puntualiza: "Espero que vengan los camiones de la noche y ahí comienzo a clasificar. Trabajo toda la noche, trato de no quedarme quieta porque si lo hago no se puede aguantar el frío", afirma la mujer, que es madre de siete hijas y abuela de seis nietos.
"A mi me pagan la pensión por ser madre de siete hijas, pero a eso a mi no me alcanza". Sobre la economía doméstica, argumenta que "yo estoy gastando nada más a la noche 100 pesos por día para comer. Este trabajo es insalubre, porque te venís limpio y te vas sucio, pero a la vez, qué se yo, te vas con un mango en el bolsillo".
La señora, quien dice ser "la más vieja del basurero", trabaja de lunes a lunes en el predio. "A la noche me quedo en casa nada más que el sábado. Y arranco de vuelta el domingo".
Consultada sobre si desea realizar otro trabajo, Ana María, quien se siente respetada y en familia en ese lugar, asegura: "Estoy contenta, porque yo siempre hice este trabajo y no sé hacer otro trabajo que el de ama de casa".

Ingresos
Otro de los experimentados trabajadores del basural es Luis, a quien desde hace seis años acompañan en esta tarea sus dos hijos, que tienen 21 y 22 años. "Yo empecé a venir cuando tenía 14 años y tengo 41. En el medio trabajé en varios lugares y en 2006 perdí el trabajo y empecé a venir de nuevo. Fui empleado en un aserradero desde 1989 a 1996 y luego me fui a los silos subterráneos hasta el 2000. También estuve en el Consorcio Pavimentador hasta el 2002, me ocuparon en un campo, donde me quedé sin trabajo en el 2006, que fue cuando volví acá", relata Luis.
"Hoy si te ponés las pilas, acá sacás plata", asegura Luis, quien comenta que "en parte depende de las ganas y el ánimo que tengas para trabajar".
Explica que "hasta hace poco a lo mejor venía un día y sacaba 300 ó 400 pesos". Aunque "ahora están complicadas las empresas, y hace 15 días que están las bolsas y no las vienen a buscar".
Asimismo, señala que "algunos vienen a las 7 de la mañana y se van a las 6 de la tarde. Yo lo hago de las 7 de la mañana hasta el mediodía. Vengo por mis pibes, cuando no tengo otra cosa para trabajar y aprovecho a ayudarles. A lo mejor en un mes sacamos 5 mil pesos entre los tres. El plástico está a un peso el kilo y a veces en el día levantamos 200 kilos. Nosotros trabajando bien hacemos 1200 pesos por semana, trabajando tres días nada más porque te lleva mucho tiempo el apartado. Capaz que juntás durante dos días pero necesitas otros dos días de apartado", manifiesta.
De todos sus años de trabajo, cuenta que "la época más brava fue desde el 2001 hasta el 2004". En ese momento, "prácticamente no se juntaba nada. Había chapas y autos apilados y no se vendían".
Respecto a la crisis económica mundial de 2008 y 2009, que produjo la caída de los valores de los materiales que venden, afirma que "afectó un poco pero a pesar de todo lo que pasaba el trabajo se mantuvo". Aunque resalta que "lo que sí afectó fue el paro agropecuario. Hubo como seis ó siete meses que había bajado mucho la actividad, pero después repuntó".

Dignidad
"Este trabajo es insalubre, todos los días estás al aire libre, en verano tenés que aguantar la (sic) calor, en el invierno el frío, la lluvia, te mojás todo. Es tremendo esto. Tenés que vivirlo acá", atestigua Alberto. Habla de las enfermedades, porque "acá me he agarrado gripe, pulmonía, muchas cosas te agarrás acá. Más en el invierno, que te mojás, andás todo el día mojado acá y cuando llegás a tu casa ya te secaste la ropa en el cuerpo. Eso te afecta mucho".
Ana María considera, en similar sentido, que "en invierno es muy bravo, estás toda la noche mojada y llegás a tu casa mojada". Igualmente afirma que no se ha enfermado, aunque señalando su cuerpo expresa que "me he cortado las piernas, las manos, me han cosido, pero gracias a Dios no he estado enferma. Tampoco lo han estado mis hijos".
Consultada sobre cómo definiría este ocupación, la mujer que pasó casi dos tercios de su vida trabajando en el basurero asegura: "Es insalubre", pero acota tratando de volcar su experiencia en las palabras que "yo no me cuido, porque siempre dije: si por mis hijas tengo que dar la vida la voy a dar".

Producción periodística: Patricio Elías y Marcos Fersen



Cada uno en su rubro

En el predio no hay peleas, aseguran. Se distribuyen las actividades con el cartón, la leña y los metales, entre otros elementos

A diferencia de otros de los entrevistados, que en su mayoría van caminando al basurero, donde rescatan plásticos, cartones, papeles y ropa, y luego la venden al camión de la empresa de reciclados que se acerca o la llevan a su casa para vender en comercios, Carlos tiene camioneta y puede hacer un trabajo de otras características. Se dedica a clasificar metales, fierros y chapas.
Tiene 55 años y hace 30 que trabaja en el basurero. Cuenta que aunque todos los productos se aprovechan, él se dedica a juntar metales, fierros y chapas "porque es lo que más vale".
Además dice que el vidrio "es lo que menos vale" y que "el plástico ahora está a un peso el kilo. Es buena plata".
Respecto al trato que tiene la gente que lleva basura en autos, carros o camionetas, sostiene que "miran de reojo" y "por ahí se enojan un poco por los menores que hay. Ya que cuando hay menores los fines de semana se cuelgan de las camionetas".
Explica que "a veces se está obligado a correr, porque sino no agarrás nada y quedás pagando todo el día".
En cuanto al trato entre los mismos trabajadores al momento de llegar los camiones de Transportes Malvinas, Carlos señala: "Cada cual tiene su lugar y no hay peleas".
Además, describe que hay algunos que se dedican al cartón y van a la cava, otros trabajan con la leña, y otros con los metales.
Asimismo, observa "no hay tantos chicos trabajando, aunque sí vienen muchos los fines de semana, cuando no van a la escuela. Vienen a pedir monedas y a buscar juguetes o ropa".


Listos para reciclar

De manera unánime, los entrevistados por LA VOZ DEL PUEBLO solicitaron que el municipio les brinde trabajo en caso de que se construya la planta de reciclado que se prevé hacer en el predio de disposición final de los residuos.
"Desde chico vengo acá", expresa Alberto y sostiene que es "nuestro único recurso. No queremos que traigan gente de afuera y si lo tienen que cerrar que nos den trabajo a nosotros".
Ana María opina que "si hacen el reciclado, me parecería mal que traigan gente de afuera. Acá hay mucha gente que hace años que trabaja y sabemos cómo se hace".

Variaciones
Alberto señala que "en comparación a cuando empecé, acá hay más gente trabajando. En total, entre los que estamos en el día y en la noche, debemos ser 60 personas". No obstante, valora que "con el gobierno de los Kirchner cambió algo, pero la cirujeada sigue dando más o menos para vivir".
En el mismo sentido, Ana María recuerda que desde que ella empezó a trabajar en el predio, hace 30 años, "ha crecido el basural" y que "dependiendo de la época se va sumando más o menos gente".
Para Luis, hay variaciones "de acuerdo a la situación económica del país y al valor de los materiales".




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