domingo, 23 de diciembre de 2012

víctor dubovik, un protagonista en la historia de claromecó!

la voz del pueblo - 23/12/2012
La foto de Olguita en Claromecó

La imagen de la reconocida actriz Olga Zubarry en el Hotel Claromecó, tomada por Víctor Dubovik, está vinculada a una historia de amistad. Como muchos otros, ella eligió el lugar y disfrutó muchos veranos con la familia Di Croce como anfitriones.

LA IMAGEN PUBLICADA EL DOMINGO PASADO, AL PRODUCIRSE EL FALLECIMIENTO DE OLGA ZUBARRY. RECORDAMOS EN ESTA EDICION ASPECTOS DE SU PASO POR CLAROMECO Y LA TAREA DEL AUTOR DE LA FOTOGRAFIA, VICTOR DUBOVIK

Por Claudio Menéndez
Olga Zubarry, la actriz y gloria del cine argentino recientemente fallecida, conoció Claromecó, como la imagen lo indica. Pero no fue un viaje relámpago ni llegó por casualidad. Fue invitada especialmente por la familia Di Croce al Hotel Claromecó, y veraneó durante muchas temporadas. Conocía a la localidad, y como tantos otros, la había elegido.

Los lazos de amistad entre Zubarry y los Di Croce comenzaron en Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, a fines de la década del 50. En ese lugar turístico, la familia entonces propietaria del Hotel Claromecó había adquirido otro hotel. Los Di Croce vivían seis meses en cada lugar. Un día llegó un primo que era técnico de iluminación para comentar que en Termas de Río Hondo se estaba filmando una película con Olga Zubarry como protagonista. Y allí se dio el primer encuentro. Olga se hizo muy amiga de "Mimí", la esposa de Carlos Di Croce, y surgió la invitación a Claromecó.
Desde entonces, y por varios años, la actriz y su marido veranearon en la localidad. En el hotel había un espacio de juegos infantiles. Zubarry personalmente se encargo de pintar todos los juegos en una de sus vacaciones. El sitio quedó rebautizado como El rincón de Olguita, porque así la llamaban en la intimidad. La amistad perduró por años, de hecho Carlos y "Mimí" Di Croce paraban en el departamento de Zubarry cuando viajaban a Buenos Aires. Hoy en día hay quienes aún recuerdan a la consagrada actriz paseando por las calles de Claromecó, o haciendo caminatas por la playa.

El autor
La foto que acompaña esta nota fue tomada por Víctor Dubovik, durante muchos años reportero gráfico de LA VOZ DEL PUEBLO. Fue publicada además el pasado domingo, al informarse sobre el fallecimiento de la actriz.

Ser fotógrafo del diario en aquellas épocas no era algo sencillo, tampoco hoy lo es, pero se dispone de tecnologías que agilizan la profesión. Había que tomar la foto, que debía encuadrarse e iluminarse en pocas tomas, luego cortar el rollo y enviar el material a la redacción. Si ocurría algún hecho de trascendencia después de la partida del ómnibus donde generalmente se enviaban los materiales, había que salir a buscar a alguien que pueda acercar las fotos. Hasta se salía directamente a la ruta (una vez que estuvo, porque antes de 1970 sólo era un camino de tierra), a encontrar a algún comedido que estuviese dispuesto a colaborar con la tarea de la prensa.

Dubovik recuerda siempre que fue José Chedrese quien le permitió incursionar en el mundo de la fotografía. Víctor era un joven interesado en dedicarse al oficio, pero no podía adquirir los equipos necesarios. Fue así que Chedrese le facilitó el primer equipo. De esta manera comenzó una importante carrera en el mundo de la fotografía.
El propio Dubovik recordaba aquellas experiencias en las páginas de LA VOZ DEL PUEBLO, en una nota publicada durante enero de este año. Recordaba que "esos tiempos fueron muy lindos porque pude sacarle a las primeras bikinis que aparecieron en la playa. Participé mucho en lo que fue la primera revista que sacó el diario y había fotografías un poco atrevidas. De esto, hará unos 45 ó 47 años. Yo empecé a trabajar muy jovencito".
También reflexionaba Víctor en aquella nota sobre la digitalización de la fotografía. Indicaba que "hoy lo digital ha matado prácticamente la profesión. Debo ser uno de los pocos laboratoristas que quedan".

En forma reciente, Dubovik fue reconocido con el premio Agua Clara, que entrega LU24 Radio Tres Arroyos. La distinción no sólo fue por su pasado como fotógrafo, sino por las múltiples tareas que desplegó y su vida de luchador. Se formó en la emblemática Escuela Agrícola de la localidad.
Tuvo por muchos años la recordada casa Víctor Sport, donde también asesoraba en fotografía, y comercializaba todo lo relacionado con la pesca. Este negocio, como se recordará, fue arrasado por un voraz incendio, y a partir de allí se dedicó a su primer amor: las plantas.
Hoy es propietario del Vivero El Molino, y desde allí continúa su asesoramiento y brindando cursos a nóveles jardineros. Fue también delegado municipal durante la gestión de Fernando Ricci y un pequeño tramo de la gestión de Carlos Aprile. Durante unos meses ejerció también el cargo de director de Turismo.



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