viernes, 4 de febrero de 2011

circulación de cuatriciclos (2da parte)

http://www.lanacion.com.ar/ - 04/02/2011
El riesgo de los cuatriciclos
Ha llegado el momento de poner límites al uso de estos vehículos, dado que hoy no existe una reglamentación específica

Desde hace varias temporadas se acentúa un fenómeno que este año produjo ya la muerte de un menor y varios heridos: el uso indiscriminado de cuatriciclos. Seguramente, la destacada actuación profesional de los hermanos Patronelli en la categoría cuatriciclos de las últimas dos ediciones del Dakar local inclinó las preferencias juveniles por estos vehículos. Aunque más común en las playas, su uso indebido se da también en calles y avenidas donde sólo deberían encontrarse vehículos autorizados.

La ley de tránsito establece que los conductores de un cuatriciclo no pueden ser menores de edad, deben tener licencia habilitante, seguro, título que acredite la identidad del vehículo y patente. No deben transportar a más de dos personas y ambas deben llevar casco.


Estos vehículos no tienen embrague, son automáticos y de gran potencia precisamente para moverse en terrenos arenosos y barrosos. Muchos circulan a altísimas velocidades sin control alguno, a cualquier hora, incluso de noche. Durante el día es necesario tomar precauciones para cruzar de los médanos a la playa por la incesante circulación de los cuatriciclos, muchos conducidos por menores de 8 años, que transitan y compiten sin control entre los médanos, incluso corriendo "picadas". La semana pasada, en Pinamar, un niño de 6 años atropelló a otro de 4 con su cuatriciclo y le causó politraumatismos en el rostro. Un hecho similar pero con consecuencias trágicas ocurrió en el balneario uruguayo de La Paloma: un niño de 4 años falleció después de que su hermano de 7 perdió el dominio de un cuatriciclo y lo atropelló.

Sin duda, hay una clara responsabilidad de los padres que ponen en manos de niños una herramienta extremadamente peligrosa. Estos padres no sólo permiten sino que alientan a sus hijos menores a conducir esta clase de vehículos cuando éstos no poseen la capacidad para conducirlos sin crear riesgo a terceros. No se trata de una actividad que se realiza en un lugar privado, donde los padres deben asumir las consecuencias de su propia negligencia, sino que estos hechos ocurren a diario en lugares públicos de recreación.

En el caso de Pinamar, se estima que 10.000 cuatriciclos ingresan por temporada para uso particular y alquiler. Por ello, las autoridades de tránsito y de seguridad consideraron que el hecho ocurrió en "una zona aislada, fuera del ejido urbano" y que poco se puede hacer frente a la irresponsabilidad de los padres que dan a un menor la conducción de un cuatriciclo. Ciertamente, suena más a excusa que a verdadero motivo; debería existir algún tipo de vigilancia para evitar que aun en playas públicas alejadas estos vehículos produzcan accidentes.

Los cuatriciclos ingresan en el país como maquinaria agrícola y cada municipio establece una normativa específica que puede limitar o desalentar su uso. Sin embargo, poco se hace en la materia por temor a perjudicar intereses que parecerían estar por encima de la seguridad de la gente.

También desde el punto de vista ambiental resulta imprescindible evitar que los cuatriciclos y los vehículos de doble tracción utilicen los médanos como pistas para dar rienda suelta a un aparente espíritu aventurero que destruye un atractivo natural turístico.

El hecho es que el tema de los cuatriciclos atraviesa un gran vacío legal: falta reglamentación específica, por lo que constituye un riesgo creciente en la sociedad, ya que cada año existen más vehículos de este tipo y en consecuencia se producen más accidentes.

Ha llegado el momento de poner límites a su utilización. Es imprescindible contar con restricciones y controles que verifiquen una edad mínima, una velocidad adecuada y un área donde transitar, por un lado. Los padres deben asumir la responsabilidad que les corresponde, no basta con que se obligue a los niños a utilizar casco y demás elementos de seguridad, sino que también hay que evitar el riesgo a terceros. Es necesario que estos vehículos sean conducidos por personas con probada idoneidad y que cuenten con seguros por eventuales daños.

Son máquinas peligrosas, muy potentes, y no de juguete. Cuando hay adultos que no pueden poner límites, es necesario que la sociedad en su conjunto se haga cargo y tome una decisión al respecto.

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