sábado, 11 de diciembre de 2010

la costanera

la voz del pueblo - 10/12/2010
Cartas de Lectores
Claromecó: la costanera marítima


Hemos escuchado muchas veces lo que se debe hacer o no en nuestra costanera marítima, plantar o no plantar, sembrar o no pasto, tal vez, poner plantas ornamentales, que álamos, que palmeras, etc. Y todo este ir y venir de ideas no hace más que derrochar tiempo de personal, y dinero de Juan Pueblo, ¡Sálveme Dios, si hasta petunias se han plantado!
Querer embellecer la costanera parquizándola, hoy por hoy es pura utopía, y lo será hasta tanto no sea posible mantener a un bajo nivel la arena que empujada por el viento sube sí o sí hacia la avenida, el verde que luce por algunos días después de arduo trabajo, eso que parece por momentos una alfombra, o un pequeño campo de fútbol bien cuidado, es efímero, ya que no será posible debido precisamente a la arena que de un día para otro se depositará sobre el pasto y no podrá ser retirada del lugar sin destruir la verde alfombra, otrora reluciente, ahora, después del viento yace y para siempre bajo esa materia antes mencionada, la arena. Pero si el verde pasto fuera suficientemente fuerte (y a veces lo es) para poder resurgir y ver el sol, nuestros ojos verán nuevamente su reluciente clorofila, pero... y aquí surge el mayor problema, se irá formando el médano, médano que de continuar el ciclo, pasto, viento, arena, irá irremediablemente tapando a la vista el mar. Esta cuestión del pasto también se lo debe aplicar para la plantación de tamariscos, cortaderas o cualquier tipo de planta ornamental que se pretenda instalar en el lugar.
Naturalmente nuestro frente marítimo nunca tuvo ningún tipo de árbol que no haya sido puesto por la mano del hombre, ni siquiera el tamarisco, que no es un árbol sino un arbusto, pero si se lo trabaja se transforma en un bonito y resistente árbol, con hermosa flor y buena sombra. Otra planta no es posible hacer crecer frente a nuestro mar, zona muy agreste, alcanza solamente con una leve brisa para que los cristales de sal se depositen en las hojas anchas (tipo álamo o fresno americano, etc.) quedando adherida como si fuera una especie gomosa; luego cuando sale el sol, debido a los cristales de sal que ofician de pequeños lentes, provocan la muerte de las hojas, precisamente por aumento de temperatura que se magnifica a través de los mismos.
Por lo expuesto se deduce claramente que todo lo que se quiera hacer por parquizar el lugar será como darle "margaritas a los chanchos".
Todo lo aquí expresado por mí sobre el particular no me lo contaron, ni lo leí en un libro, ni me lo enseñó nadie sentado detrás de un escritorio, lo he vivido y observado in situ y durante muchos años.

Carlos E. Bancur
DNI 5.368.748
Claromecó

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