martes, 30 de enero de 2018

acerca de los controles de tránsito en claromecó

la voz del pueblo - 30/01/2018
carta de lectores, escribe Alicia Hurtado
La ley (II)
Señora directora: 

Mientras leemos en las páginas locales que se han realizado secuestros de cuatriciclos, areneros y algún otro vehículo, pasan raudamente por la avenida costanera un cuatriciclo al mando de un niño de diez o doce años, acompañado por otros dos de similar edad, sin casco, por supuesto. 

Poco después, uno de esos modernosos y extraños vehículos que, dicen, son muy costosos, pasa levantando polvillo con dos jovencitas en el habitáculo más dos muchachitos casi trepados atrás. 

Claro que también circuló más temprano esa mezcla de lancha y auto que tiene el nombre o marca de "sealegs" o similar. O sea, la ley, bien gracias. Nadie cumple, o casi nadie, y todos felices. 

Claro, Dios no lo quiera, pero si ocurriese un accidente, se alzarían todas las voces reclamando su cumplimiento. Tuve el atrevimiento de avisarle a un señor que si seguía estacionado en el lugar que había elegido, probablemente podría ser multado. 

Me agradeció, pero, muy sonriente él y sus acompañantes, me informó que era familiar de un importante funcionario, así que no corría ningún riesgo de multa. 

Probablemente, y desgraciadamente también, sea cierto, porque ya parece que tenemos internalizado aquello de que hay hijos y entenados, y la gente ve como normal que el familiar de alguien con poder, sea medido con otra vara distinta del ciudadano de a pie. 

Muchos conocidos que tienen la dicha de haber viajado a otros países, cuentan encantados que eso sí que es el primer mundo, que todo funciona, etc., etc. 

Parecen olvidar que todo funciona, básicamente, porque la ley es eso, ley, y como tal se la respeta. 

Las cosas funcionan si cada uno de nosotros funciona, si junto lo que mi perro deposita en la calle, si no tiro ese papel por la ventanilla, si no intento evitar una multa sugiriendo "arreglar de alguna forma" a quien me lo esté haciendo... 

La ley, algo abstracto que predicamos sin cumplir. Difícil será ser un país en serio si no resolvemos, en serio, empezar a cumplir.


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