la voz del pueblo - 15/07/2012
Istilart: a 70 años de los
1000
La fiesta de los mil empleados se llevó a cabo en los
galpones de la tradicional empresa (Foto: colección de Andrés
Errea)
"Por segunda vez el número 'mil' da motivo a regocijo en nuestra casa. La
primera fue en el mes de abril de 1929 cuando llegamos, también por primera vez,
a las mil cocinas de venta mensual. La segunda es ésta, por haber llegado al
millar de empleados y obreros ocupados en nuestra fábrica".
Las palabras las pronunciaba el titular de la empresa, Juan B. Soumoulou, en la fiesta con que se estaba celebrando ese verdadero acontecimiento. Se trató de la vez primera y única en que una empresa lugareña llegaba a tamaña cantidad de dependientes, en un período destacado de la firma nacida por inspiración de un inmigrante que se transformó en uno de los principales motores del crecimiento y organización de Tres Arroyos. Juan B. Istilart había muerto en 1934 tras ser un verdadero protagonista, quizás el símbolo más trascendente de la industria de toda la región.
De la fiesta, en los galpones de la tradicional empresa, participaron los centenares de operarios y empleados, junto con autoridades y representantes de lo que se llamaba en ese entonces "las fuerzas vivas", es decir de las entidades representativas de la actividad empresaria y social.
Es interesante retrotraerse a aquellos 70 años de distancia, inclusive más, ya que el propio Soumoulou evocaba que al morir el fundador se había llegado al punto mínimo de actividad de la fábrica. Esto ocurría en 1934, hace 78 años, cuando recién se comenzaba a remontar la crisis de 1930 que en el mundo entero había hecho tambalear las economías y los sistemas. Decía el entonces presidente y gerente general que en aquel momento se había iniciado un proceso de activación que conducía a los mil trabajadores de ese momento, por lo cual nadie debía asombrarse.
Su discurso trazó el proceso de expansión, asegurando que uno de los factores fundamentales se basó en el constante mecanismo de perfeccionamiento de los productos Istilart, vanagloriándose de la predilección que los consumidores sentían por esa marca, ya conocida en todo el país.
"Se debe a la producción relativamente nueva de cocinas y estufas a gas de kerosene, calderas, radiadores y otros materiales para calefacción central, arados, sembradoras y otros artículos", fueron sus palabras, no exentas de otra afirmación justificativa del éxito: "Por último, se debe también a nuestra organización fabril y comercial, cada vez más eficaz y vigorosa", afirmando que en cada rincón del país hay un comerciante que representaba a la firma tresarroyense proveyendo de esos productos, como asimismo del eficiente molino a viento.
Las palabras las pronunciaba el titular de la empresa, Juan B. Soumoulou, en la fiesta con que se estaba celebrando ese verdadero acontecimiento. Se trató de la vez primera y única en que una empresa lugareña llegaba a tamaña cantidad de dependientes, en un período destacado de la firma nacida por inspiración de un inmigrante que se transformó en uno de los principales motores del crecimiento y organización de Tres Arroyos. Juan B. Istilart había muerto en 1934 tras ser un verdadero protagonista, quizás el símbolo más trascendente de la industria de toda la región.
De la fiesta, en los galpones de la tradicional empresa, participaron los centenares de operarios y empleados, junto con autoridades y representantes de lo que se llamaba en ese entonces "las fuerzas vivas", es decir de las entidades representativas de la actividad empresaria y social.
Es interesante retrotraerse a aquellos 70 años de distancia, inclusive más, ya que el propio Soumoulou evocaba que al morir el fundador se había llegado al punto mínimo de actividad de la fábrica. Esto ocurría en 1934, hace 78 años, cuando recién se comenzaba a remontar la crisis de 1930 que en el mundo entero había hecho tambalear las economías y los sistemas. Decía el entonces presidente y gerente general que en aquel momento se había iniciado un proceso de activación que conducía a los mil trabajadores de ese momento, por lo cual nadie debía asombrarse.
Su discurso trazó el proceso de expansión, asegurando que uno de los factores fundamentales se basó en el constante mecanismo de perfeccionamiento de los productos Istilart, vanagloriándose de la predilección que los consumidores sentían por esa marca, ya conocida en todo el país.
"Se debe a la producción relativamente nueva de cocinas y estufas a gas de kerosene, calderas, radiadores y otros materiales para calefacción central, arados, sembradoras y otros artículos", fueron sus palabras, no exentas de otra afirmación justificativa del éxito: "Por último, se debe también a nuestra organización fabril y comercial, cada vez más eficaz y vigorosa", afirmando que en cada rincón del país hay un comerciante que representaba a la firma tresarroyense proveyendo de esos productos, como asimismo del eficiente molino a viento.
Un pionero que estableció salarios
por escalas y "agregado familiar"
Istilart instituyó la jornada laboral de ocho horas, veinte
años antes que se dictara una ley que así lo estableciera. La fábrica brindaba
salario familiar, aportes familiares y asignaciones, que luego tendrían vigencia
obligatoria en el país
Los operarios tenían condiciones laborales inéditas para la
época (Foto: colección de Andrés Errea)
Otro aniversario para
destacar
El 27 del corriente mes se cumplirán 88 años de la inauguración
del edificio del Hospital Pirovano. Una concreción en la que Istilart tuvo gran
incidencia
Una imagen del Hospital en su primera etapa de
funcionamiento (Foto: colección de Andrés Errea)
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