la voz del pueblo - 20/04/2014
Un escenario diferente para una
propuesta emotiva e impactante
Se realizó ayer el Vía Crucis en la Estación Forestal de
Claromecó, que congregó a una importante cantidad de público. El incendio
registrado en enero pasado obligó a cambiar el lugar de realización, aunque se
concretó dentro del Vivero
El Grupo de Teatro Independiente lo hizo de
nuevo. Logró convertir al Vivero en el Gólgota. El Vía Crucis 2014 pasará a la
historia por inaugurar una nueva etapa en este evento, y acaso por ser el más
emotivo de todos.
El cambio de lugar y de realización provocó
que la puesta gane en realismo, en emotividad. El público lo vivió también de
otra manera, más cerca de los actores, que debieron actuar en tiempo real, sin
pausas, trasladándose de estampa en estampa. Las quince estaciones se hicieron
más cortas, al escenificarse todo el Vía Crucis en un mismo predio, sin
distancias largas para recorrer.
Los cambios fueron totales, y de una
tragedia como fue la del 6 de enero pasado con el incendio de la Estación
Forestal, se pudo convertir en un evento que sumó emoción. Esto quedó
corroborado tras el final, con las lágrimas de los actores, de la directora
Cristina Caballero, y del público que se acercó a saludar.
Nuevamente Gustavo Tolosa protagonizó esta
recreación de la Vía Dolorosa. Este joven que no es actor, demostró una vez más
concentración y esfuerzo por representar a un personaje difícil, muy arraigado
en el sentimiento de la gente. El Grupo de Teatro Independiente se lució en una
puesta ágil y novedosa, incluso para ellos mismos.
La primera escena mostró a un Jesús
condenado a muerte, con Poncio Pilatos (Horacio Franchino) lavándose las manos
ante el pueblo de Israel y los sumos sacerdotes (Martín Fernández y Juan
Doglioli), acompañado de dos niñas (Antonella Defrieri y Salma
Menéndez).
Tras las estampas de la carga de la cruz y
la primera caída, llegó el encuentro con María, madre de Cristo, encarnada por
Claudia Sánchez. Luego, el recuerdo de Simón de Cirene (Luis Defrieri), quien
fue obligado a cargar con la cruz. Una escena muy conmovedora es la de Verónica
(Marita Caldas) enjuagando el rostro de Jesús, zafándose del asedio de los
guardias romanos. Aquí un capítulo aparte, para destacar el trabajo de un
histórico como Roberto Mellado, con Marcelo Duarte, y la incorporación de Walter
Rens y Leticia Benítez, todos haciendo el rol de romanos, estos dos últimos
montados a caballo.
Tras una segunda caída en el camino al
Calvario, Jesús se encuentra con María Magdalena, rol a cargo de Marisa
Albariño, que hizo un trabajo muy convincente. Una tercera caída, y el Vía
Crucis que se acerca al momento cúlmine. Jesús es despojado de sus vestiduras,
tras lo cual es clavado en la cruz, otra estampa de alta emotividad.
Y la escena de la crucifixión, ya de por sí
conmovedora y desgarradora. Esta vez actuada de principio a fin, desde que Jesús
es elevado en el crucifijo hasta que lo bajan ya muerto y lo trasladan al
sepulcro. Impactante.
El final mostró nuevamente a Cristo
resucitado, con una túnica del Sagrado Corazón y una paloma blanca en mano tras
una cortina de humo, y el aplauso cerrado de unas 1500 personas que concurrieron
al evento.
Los actores y asistentes se abrazaron
emocionados ante el saludo de la gente, que no perdió oportunidad de sacarse
fotos con los intérpretes. La parte logística funcionó bien, con la asistencia
de los Bomberos Voluntarios, personal de Tránsito, Grupo Scout, Policía, todo
coordinado por el Organismo Descentralizado.
El sonido también pudo apreciarse mejor en
este nuevo predio. Esta tarea estuvo a cargo de Cristian Rodríguez junto a
Soni-Mas, y la voz guía de Susana Castro. El padre Miguel Zentner encabezó la
procesión y al final también felicitó a los actores por su desempeño.
El Vía Crucis inauguró de esta manera una
nueva etapa en su historial. Casi como una metáfora de lo ocurrido en el Vivero
con el incendio, el evento podría decirse que nació de nuevo.
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